Roosevelt Castro B.
En los Panamericanos me pusieron el apellido paterno con s y es con z. Tuve que pelear con ellos para que me lo cambiaran y no fue posible. Yo quiero que en la Olimpiada me lo pongan bien porque esa es nuestra identificación”, explica mientras ríe maliciosamente la vallista Lina Marcela Flórez Valencia, nacida en Carepa, Antioquia, pero criada en Itagüí desde los 4 años de edad.
La Urbanización Cedros de Badajoz, en el barrio Yarumito del municipio de Itagüí, la vio crecer y correr a estudiar en la escuela Gabriel Rodríguez Ochoa y graduarse de bachiller en el Colegio El Rosario.
“Actualmente estudio profesional en deportes en el Politécnico Jaime Isaza Cadavid. Voy en el octavo semestre. Ya era hora de que me hubiera graduado, pero el deporte me ha atrasado un año.
Ahora corro por ellos en los Juegos Universitarios”, afirma la atleta nacida el 2 de noviembre de 1984.
“El día de mi cumpleaños me regalaron una torta, me invitaron a comer, mi mamá me dio una cámara fotográfica digital. Claro que el mejor me lo di con la ayuda de Dios en Guadalajara, con la medalla de bronce en los 100 m vallas, justo una semana antes de mi cumpleaños. Ningún regalo se compara a ese”, expresa la amante de la salsa romántica, el reaggaeton, la música de RIB y Beyonce.
La deportista
Sus inicios en el atletismo se remontan a su escuela primaria. “Róbinson Cano fue a mi escuela buscando talentos para este deporte. Él nos ponía a correr. Eso fue cuando yo tenía once años, pero no me animé mucho”, evoca la vallista antioqueña hija única de Román y de Flor.
Róbinson volvió a cruzarse en su camino, en el 2001. Esta vez fue en el Colegio El Rosario cuando él estaba reclutando nuevos atletas para la Liga. “El se acordó de mí y me invitó a que corriera. Me presentó a Alcides Ospina, entrenador de los prejuveniles en las pruebas de 100 y 200 metros planos. Luego me pasaron con Raúl Díaz, que es el entrenador de velocidad de la Liga, y él me dijo que por mis características, mi fisiología y la flexibilidad con lo que hacía me veía como vallista y yo le hice caso”, fue la decisión que transformó a Lina Marcela y desde finales del 2007 lo viene haciendo.
Hoy cosecha un sinnúmero de medallas y buenas experiencias que la llevaron a una Olimpiada por primera vez. “Dos Medallas las recuerdo con mucho cariño: la del Centroamericano y del Caribe en Mayagüez, Puerto Rico, donde realicé mi marca mínima que me llevó a los Olímpicos y ésta de los Panamericanos, donde lloré de la emoción”, expresa la amante de la comida de mar, las pastas y novia amorosa del estudiante del Ceipa, Juan Carlos Pineda.
El 5 de enero de 2012 arranca en forma su preparación porque “Londres me espera”, concluye Lina Marcela con una alegría desbordante.
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