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Roosevelt Castro B.
Jacqueline Fonseca Rodríguez es talento puro para el fútbol. Juega con la mítica número 10, aquella que se han enfundado íconos del balón como Maradona, Pelé, Francescoli, entre otros. Su manejo del balón, su inteligencia y su ubicación en el terreno de juego, los pone al servicio de su universidad y de su técnico Alex Vargas. “Empecé desde muy niña a jugar fútbol por influencia de mi papá, que también lo jugó, en Ciudad Montes, mi barrio natal”, expresa la joven volante, nacida en Bogotá el 4 de abril de 1990.
Las canchas de su barrio la vieron crecer como futbolista y como persona, con el peso cultural del machismo. “Mis inicios de manera organizada fueron en una escuelita llamada El Tiempo, luego CFC y más tarde la selección Bogotá”, dice la hija de Enrique, ingeniero mecánico, y de Maribel, profesora de un colegio bogotano.
Todas esas buenas participaciones hacen que el profesor Rozo fije sus ojos en ella y la lleven al Mundial de Fútbol en Alemania, a mediados del año. “Fue una experiencia muy enriquecedora, asimismo fueron muchos sacrificios, como estar un año concentrada, estudiar por Internet, no poder estar con mis amigos y compartir con ellos, todo por ese gran objetivo de ir y estar en el Mundial. Me gustó mucho la organización, la entrega de los alemanes, en comparación con nuestro país que le falta apoyar mucho al fútbol, especialmente al femenino”, comenta la estudiante de 6º semestre de comunicación social-periodismo de la Sergio Arboleda.
“Me gusta la comunicación organizacional, por eso le doy gracias al fútbol, pues me ha dado para estudiar becada en la universidad”, explica la hincha de Radamel Falcao y del uruguayo Diego Forlán.
Ahora, a la mayor entre dos hermanos, la espera otro reto: contribuir en la retención del título de su universidad. Es que la Universidad Sergio Arboleda de Bogotá, su equipo, entró pisando fuerte en los XX Juegos Universitarios Nacionales. Ayer, en la cancha Marte Uno, derrotó 7 a 0 a la Universidad Tecnológica de Pereira, UTP, y una de sus figuras fue Jacqueline Fonseca.
Hoy enfrentan a la Universidad de Cartagena, en el Politécnico Jaime Isaza Cadavid y Jacqueline seguirá derrochando talento para su universidad y para el país.
Las canchas de su barrio la vieron crecer como futbolista y como persona, con el peso cultural del machismo. “Mis inicios de manera organizada fueron en una escuelita llamada El Tiempo, luego CFC y más tarde la selección Bogotá”, dice la hija de Enrique, ingeniero mecánico, y de Maribel, profesora de un colegio bogotano.
Todas esas buenas participaciones hacen que el profesor Rozo fije sus ojos en ella y la lleven al Mundial de Fútbol en Alemania, a mediados del año. “Fue una experiencia muy enriquecedora, asimismo fueron muchos sacrificios, como estar un año concentrada, estudiar por Internet, no poder estar con mis amigos y compartir con ellos, todo por ese gran objetivo de ir y estar en el Mundial. Me gustó mucho la organización, la entrega de los alemanes, en comparación con nuestro país que le falta apoyar mucho al fútbol, especialmente al femenino”, comenta la estudiante de 6º semestre de comunicación social-periodismo de la Sergio Arboleda.
“Me gusta la comunicación organizacional, por eso le doy gracias al fútbol, pues me ha dado para estudiar becada en la universidad”, explica la hincha de Radamel Falcao y del uruguayo Diego Forlán.
Ahora, a la mayor entre dos hermanos, la espera otro reto: contribuir en la retención del título de su universidad. Es que la Universidad Sergio Arboleda de Bogotá, su equipo, entró pisando fuerte en los XX Juegos Universitarios Nacionales. Ayer, en la cancha Marte Uno, derrotó 7 a 0 a la Universidad Tecnológica de Pereira, UTP, y una de sus figuras fue Jacqueline Fonseca.
Hoy enfrentan a la Universidad de Cartagena, en el Politécnico Jaime Isaza Cadavid y Jacqueline seguirá derrochando talento para su universidad y para el país.
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