miércoles, 20 de julio de 2011

"Sin bicicleta pero iremos"

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Las hermanas María Daniela Valentina Henao Sosa vuelven a tener esta cita con los pedales y los valores, en el XXII Clasico Nacional de Ciclismo Infantil que organiza el periódico EL MUNDO. Está vez lo harán con bicicleta prestada, porque su madre Janeth no tiene los recursos económicos suficientes para comprarles una.
Roosevelt Castro B.
Así de contundentes son María Daniela y Valentina Henao Sosa: “Vamos a cumplir con esta cita el domingo 24 de julio, en una bicicleta que nos va a prestar nuestra prima Dayana”, dice Valentina, quien, a sus trece años, ya tiene cinco participaciones en esta competencia ciclística.
De padres separados, Janeth, su madre, les cose el sueño de ser unas personas útiles para la sociedad. “Mi mamita trabaja en una empresa de confecciones y nos dio una bicicleta de traído del Niño Dios, pero ya está muy pequeña y muy malita para que nosotros compitamos”, manifiesta tímidamente María Daniela, quien obtuvo podium el año pasado en la categoría Honestidad.
“Mientras su mamá está trabajando, yo las cuido”, explica Ismenia, su abuela materna. “Ellas son unas niñas muy juiciosas en el Pablo VI, donde estudian”, recalca la septuagenaria de Yarumal.
Víctimas del desplazamiento forzado, doña Ismenia y su esposo Gilberto recalaron en Medellín en el barrio Villa Hermosa, con sus siete hijos. “Nosotros teníamos una pequeña parcela, pero eso se puso muy peligroso por la guerrilla y nos tuvimos que venir para acá”, comenta la amorosa abuela.
“Todos los días, mi abuelo nos lleva y nos trae a pie del colegio donde estudiamos”, indica la tolerante María Daniela, la menor de la familia Henao Sosa.
Finalmente, las dos habitantes de la Comuna ocho de Medellín sueñan con transformar el mundo que las rodea. “Yo quiero estudiar veterinaria porque me gustan mucho los animalitos. Mi consentida es Kira, una Bull Terrier que tiene mi tía Doris. Es muy juguetona y graciosa”, señala María Daniela.
Igualmente su hermana Valentina quiere ser doctora, pero de seres humanos. “Eso de curar a las otras personas es una cosa que me gusta mucho”, concluye la niña de trece años de edad.

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