lunes, 28 de marzo de 2011

Marcha con ritmo de ranchera

Por: Roosevelt Castro B. http://www.elmundo.com/portal/resultados/detalles/?idx=174886
Con el triunfo del marchista Cristian Berdeja, México corroboró que, en la modalidad de los 50 kilómetros, “sigue siendo el rey”. Es que parodiando la ranchera de su compatriota José Alfredo Jiménez, esta Nación sigue teniendo la supremacía de la marcha de gran aliento en el ámbito Panamericano.

Berdeja refrendó el titulo conseguido hace dos años en El Salvador cuando paró los cronómetros en tres horas, 58 minutos y 46 segundos, empleando 28 segundos más.

No valieron las grandes escapadas del ecuatoriano Jaime Rolando Saquipay Pañi, quien dominó la mayoría de la competencia y a la poste sucumbió con ‘el manito’, quedando relegado a un tercer puesto.

Tampoco valió el aliento dado por doña María Olinda Camacho, madre del marchista colombiano Fredy Hernando Hernández. Ella viajó del pueblo comunero de El Socorro, Santander, con pompones colores blanco y verde y del tricolor nacional para animar a su hijo. Sus voces y su nerviosismo se sintieron en cada paso que Fredy dio cerca al lugar de la llegada. El esfuerzo del santandereano Hernández le valió un segundo puesto, 24 segundos después del mexicano. “Esta casilla se la dedico a todos los secuestrados de nuestro país e igualmente a la gente del Japón con la cual me solidarizo en estos momentos de dolor. Y una dedicación especial para mi madre que en el día de hoy (ayer) está de cumpleaños”, manifestó emocionado el subintendente de la Policía Nacional.

Si que menos valieron los gritos destemplados de Alaín Rodríguez, padre de la marcha atlética en el país. Sus ojos azules, su pelo cano, su sudadera raída por el tiempo y su andar lento en muletas, no fueron obstáculos para que este valluno nonagenario les diera aliento a los muchachos colombianos.

La prueba, que comenzó con 20 marchistas, llegó a su fin con el retiro de siete deportistas, que no aguantaron el fuerte sol que hizo en la mañana dominical en Envigado. Y se despidieron con la misma ranchera, cantando cada uno aquella frase que dice que “yo sé bien que estoy afuera”.

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