lunes, 14 de marzo de 2011

La buena hora de Hernán

Por: Roosevelt Catro B.

No hay lugar a equívocos, Hernán Buenahora, tenía que ser ciclista, estaba escrito en sus venas.
El séptimo entre diez hermanos de una humilde familia campesina de Barichara (Santander), lugar donde nace el 18 de marzo de 1967, entiende que su vocación y su proyecto de vida estaban encaminados a las bielas, piñones y caramañolas.
Emigra a Bucaramanga y se va a trabajar donde su hermano Jorge, quien le da un regalo que le transforma su vida: una bicicleta. El pequeño Hernán no lo puede creer. Ya los cuadernos de sociales, ciencias, matemáticas de sus estudios primarios, en una escuela de San Gil, se quedaron en el olvido. Se pierde el estudiante pero se gana un gran ciclista.
Sus inicios en el mundo del pedal son como mensajero en el supermercado de su hermano. Luego las clásicas en las carreteras santandereanas y más adelante el gran salto: tercero en la Vuelta a la Juventud detrás de Oliverio Rincón y Álvaro “El Cometa” Mejía.
Atrás quedaron los cultivos de fríjol, tabaco y tomate, con su caballito de acero empieza a cabalgar las carreteras de Colombia y el mundo. Y su hoja de vida a llenarse de grandes triunfos. Sexto en el Giro de Italia del 2001, Campeón de la Vuelta a Colombia 2001 y del Clásico RCN 2004, ganador de una etapa y sexto a la vuelta en el 2006, subcampeón de la Vuelta a Colombia en el 2007, ganador de dos etapas y subcampeón de la Vuelta a Colombia en el 2008, lo convierten en un campeón de la vida.
A sus 44 años, Buenahora todavía sigue devorando kilómetros como lo hace con las peras, su fruta preferida, o las pastas, su comida predilecta. Odia los días lluviosos porque son un peligro para los ciclistas así como su aversión a las personas hipócritas y falsas.
El esposo amoroso de la antioqueña Flor Elena Páez, se refugia en su hogar para darles más que cantidad de horas es entregarles “calidad de minutos a ellos”, expresa con alegría el llamado “Cabrito de Barichara”.
Su vínculo matrimonial con Flor Elena dio como fruto a tres hijos. “Jonathan, de 21 años, quien es ingeniero mecatrónico; Hernán Estiven, de 18 años, que estudia electrónica en la Universidad Industrial del Santander (UIS) y el más pequeñito que es Santiago tiene 7 añitos y apenas está en la primaria, son mis retoños y mi razón para vivir”, dice con emoción el ciclista santandereano y ahora técnico en la carretera de su nuevo equipo
“Me trajeron al GW por mi experiencia y porque les puedo aportar mucho de mi recorrido, ya que la UCI prohibió los carros acompañantes dando instrucciones en las carreteras. Es que cuando me retire quiero ser entrenador o algo así”, termina manifestando el corredor de GW Shimano para esta temporada.

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