Por: Roosevelt Castro B
A Tomás Puerta y a David Felipe Gaviria no sólo los une una bonita amistad, su cordón umbilical es el motociclismo. Sí, ambos se conocieron en las pistas y en su pasión por la adrenalina pura que producen los motores. Son vidas paralelas llenas de mucho entusiasmo por este deporte.
Sus inicios con en el vértigo y la velocidad de las motos, donde el apoyo paterno fue definitivo, son muy similares. Es que Tomás recuerda con cariño sus comienzos. “Mi primera moto fue un regalo de mi padre. Era una Yamaha PW50 que conservaba de soltero”, afirma el motociclista colombiano nacido en Medellín, un 3 de octubre de 1992.
Y no sólo heredó eso de Carlos David, su padre. Los genes paternos le aportaron su pasión por el motociclismo, ya que en su oficio de mecánico de motos le supo inculcar a su hijo ese amor inmenso por esta disciplina deportiva.
El barrio Boston, oriente de Medellín, vio crecer al pequeño párvulo sediento de conocer los intríngulis de los motores y la gasolina, cuando sus padres Yaneth, una hacendosa publicista de Asteroides y Meteoros, Carlos David, ex corredor de motos, y Laura, su hermana melliza, lo veían montarse en una moto cuando apenas contaba con 4 años.
Con poco tiempo para empezar sus estudios superiores, Tomás le hace un pique de velocidad a los inicios de su vida estudiantil en el Colegio San José, lugar donde realizaba sus labores académicas y su trunco bachillerato. “No pude terminar mi bachillerato en el San José ya que me mantenía viajando. Estudié hasta noveno y los dos últimos años los realice por Internet en un cibercolegio llamado Universidad Católica del Norte” , manifiesta el joven motociclista antioqueño amante de las pastas, las frutas como la manzana verde, el mango y el banano.
Nunca perdió un año académico, a pesar de la aversión a las sociales y especialmente por la memorización de fechas. De su paso por el Colegio, Tomás evoca con cariño el apoyo decidido del rector Álvaro Llano, especialmente por los permisos para ir a entrenar y especialmente cuando se trataba de las competencias.
Así mismo, las “recochas” con los amigos y lo extrovertido en las aulas pues “hablaba mucho en clase”, manifiesta con una risa socarrona, el motociclista del equipo LTD Racing de los Estados Unidos. “No obstante he hecho varios cursos a través de la red, como el de mecánica de alto cilindraje en Yamaha”, explica con voz pausada Tomás, quien además perfecciona su inglés en Colombo Americano.
A sus 19 años, Tomás sueña con consolidarse en los circuitos de la Asociación de Motociclistas Americanos (AMA), en la categoría Supersport, para ello trabaja duramente. “Vivo el presente, entreno mucho y sueño con ganar plata y vivir de esta disciplina. Igualmente, y como metas a corto plazo, ser campeón de la AMA y seguir abriendo puertas en los EEUU”, manifiesta este “mecatero” de chocolatinas, helados y novio de Manuela Carreño, estudiante de once del Colegio de la Presentación de la América.
Una fotocopia
Una fotocopia
Como una fotocopia de Tomás, la vida de David Felipe Gaviria es muy similar. En sus inicios su padre Gustavo, un ingeniero de calles ya fallecido, lo apoyó decididamente en estos menesteres. Una vetusta Yamaha PW50, que aun conserva, fue el regalo que su progenitor le hizo cuando sólo tenía 4 años. Igualmente, el motocross como disciplina deportiva inicial. Así mismo, las películas de terror. De la misma manera, comparten iguales percances académicos, no obstante haber estudiado en colegios diferentes. Es que Andrés Felipe estudió su primaria y parte del Bachillerato en el Columbus School. “Tuve que validar el bachillerato en la Remington, pues, y al igual que Tomás, por cuestiones de este deporte en cuanto a viajes y demás, no lo pude terminar”, expresa con un dejo de nostalgia David Felipe, nacido en Medellín el 29 de mayo de 1.985.
A diferencia de Tomás, David Felipe sí inició dos carreras universitarias. Realizó un semestre de ingeniería mecánica y tres de diseño gráfico que no terminó. “El diseño gráfico me apasiona” dice con alegría este enamorado de la velocidad y de su novia Sara González.
Así como le saca gusto a las motos, también le dedica tiempo a escuchar música como el rap y el rock. “La comida asiática me gusta mucho, lo mismo que la de mar, lo que pasa es que a mi novia le llama mucho la atención, pues ella es dueña de un mercado orgánico y es vegetariana. Claro que yo la apoyo y estoy siguiendo los mismos gustos gastronómicos”, indica este deportista y empresario de postres en los últimos tres años. “Lo de crear empresa es complicado, como conseguir patrocinio, pero ahí vamos con la nuestra que nos ayuda económicamente para los costosos viajes que obliga este deporte”, manifiesta el motociclista de velocidad colombiano del equipo LTD Yamaha.
Las pistas, las competencias, los torneos y su inmenso amor las motos han unido a Tomás y a Andrés en una amistad duradera. “Es que es una amistad insoldable nacida en las pistas de motocross al principio y luego en la velocidad, sin importar nuestras diferencias de edad”, concluye este habitante de Las Palmas. Por eso no se hace raro que los ojos de los televidentes, colombianos e internacionales, estén puestos en estos talentosos motociclistas colombianos, cuando empiecen a hacer rugir sus motores este 10 de marzo, en Daytona.
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