Dice Eduardo Galeano, en su libro “Fútbol, a sol y sombra”, que el portero es “el payaso de las bofetadas”. En el caso de Daniel Ramírez Quiceno, guardavallas de la selección Colombia Sub-17 de polo acuático, no se considera así.
Este joven bellanita y criado en Copacabana piensa que el 50% del trabajo del equipo recae en su responsabilidad. “Mi papá Juan Carlos fue portero del Medellín en sus divisiones inferiores y, aunque se separó de mi mamá hace mucho rato, me enseñó muchas cosas del deporte”, afirma “Palermo”, como lo llaman cariñosamente los compañeros del colectivo colombiano de waterpolo por su parecido a Martín Palermo, jugador del Boca Júnior de Argentina.
Lo anecdótico de Daniel es que se cansó de hacer goles en el terreno de juego con los equipos de fútbol del Club Sajo de Bello y de “curioso” llegó al polo acuático. Su cercanía al Complejo Acuático Horacio Martínez lo motivó a cambiar de disciplina deportiva. “Yo jugué con esos equipos en la categorías menores, pero me fui encariñando por el Polo. Es que mi casa queda al frente de la piscina donde se juega el Campeonato Suramericano y me pareció novedoso este deporte que empecé a practicarlo y a jugarlo hace 4 años”, manifiesta entre risas este bachiller del colegio La Asunción de Copacabana.
“El polo es un deporte que me gusta porque es adrenalina pura, pero a veces se torna violento y eso me disgusta mucho”, expresa este vegetariano por convicción de su dieta nutricional.
En la actualidad comparte sus ratos de ocio con su madre Beatriz, su padrastro Darío Gómez y su hermano medio Sebastián, soñando con estudiar veterinaria en la Universidad de Antioquia
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